El Niño está de regreso, ocho jonrones. Siete bases robadas. Promedio de .333. Y un arranque de locura con San Diego dominando en el Oeste.
El dominicano volvió a hacer lo que mejor sabe: romperla en cada aspecto del juego. Después de dos años en los que se habló más de sus ausencias que de su impacto, hoy El Niño está sano, confiado y más fino que nunca. Su producción lo confirma, pero sus ajustes explican todo.
Tatis está firmando su mejor inicio desde aquella temporada mágica de 2021. Pero ojo, no es el mismo de entonces: este Fernando tiene más control, más madurez y mejor toma de decisiones. Más completo, más peligroso.
Menos ponches, más bases, más impacto las estadísticas son claras: redujo sus ponches de 21.9% a 15.1% y aumentó su BB a 11.3%. Eso significa que está viendo mejor la bola, seleccionando mejor los lanzamientos y haciendo más daño real. Ya no todo es swing violento. Ahora hay inteligencia de por medio.
Tatis lo explicó con calma: está dando “pequeños pasos”, pero los resultados son enormes. Ha sabido combinar su agresividad natural con una nueva versión de sí mismo: más paciente, pero igual de explosivo.

San Diego lo siente… y lo celebra
Con marca de 17-8, los Padres están encendidos. Y eso, en gran parte, es gracias al brillo de su estrella. Cada vez que pisa el plato, se nota que algo puede pasar.
Jonrones, batazos a las bandas, velocidad, defensa. Tatis ha vuelto a ser el jugador más electrizante del diamante.
Cinco meses de béisbol por delante… y El Niño ya está mandando un mensaje claro:“Estoy de vuelta. Y vengo por todo.”





