Juan Soto no batea. No conecta. No produce. Y los Mets siguen perdiendo.
El pelotero de los 765 millones de dólares volvió a ser silenciado por el pitcheo rival el miércoles en Citi Field, esta vez en la derrota 9-4 frente a los White Sox. Se fue de 4-0, con una base por bolas y un ponche. Pero más allá de la línea ofensiva está el tono del estadio: frío, impaciente, y con abucheos que ya no son esporádicos… son rutina.
En sus últimos 59 turnos al bate, apenas ha logrado 7 hits. No ha sacado la pelota del parque desde el 9 de mayo. Su promedio de bateo es un preocupante .224, y con corredores en posición de anotar está en .130. Sí, .130.
Los números son desastrosos para quien el año pasado impulsó a los Yankees a la Serie Mundial. Lo que era un bate explosivo ahora es un enigma sin resolver. Para colmo, el miércoles no logró sacar una sola pelota del cuadro.
Aun así, el manager Carlos Mendoza mantiene la fe. Y fue claro:
“Hoy fue uno de esos días en los que no hizo contacto fuerte con la pelota, pero creo que su centro, la parte inferior de su cuerpo, estaba en mejor posición”, dijo Mendoza.
“Ayer fue un ejemplo perfecto de su temporada hasta ahora: 4-0 con tres pelotas a [casi] 100 mph. Es difícil de explicar. Pero así es el beisbol. Demasiado buen bateador. Demasiado buen jugador. Será Juan Soto aquí”.
Las métricas avanzadas (como las de Baseball Savant) le siguen siendo favorables: velocidad de salida, calidad del contacto… todo lo que no se refleja en la pizarra. Pero la realidad en el terreno no entiende de percentiles.
¿Hasta cuándo esperará Queens? ¿Hasta cuándo Soto será “ese jugador”? Porque los Mets no pagaron por un proyecto a futuro. Pagaron por un presente que, hasta ahora, se les está escapando de las manos.





