Chris Sale volvió a dejar claro que aún tiene mucho que decir en el béisbol. Este jueves, en el Citizens Bank Park, alcanzó los 2,500 ponches en su carrera con una actuación brillante en la blanqueada de los Braves 8-0 ante los Phillies.
El zurdo tiró seis entradas en blanco, solo permitió dos hits y recetó ocho ponches. El último de ellos, el número 2,500, lo metió en un club de élite donde solo hay 38 lanzadores en la historia moderna. Y lo hizo más rápido que nadie: 2,026 innings. Imparable.
A sus 35 años, Sale está teniendo una temporada de ensueño: 20 victorias, 303 ponches y una efectividad de 2.63. Nada mal para quien muchos dudaban hace apenas dos años por sus lesiones. Ahora lidera una rotación de Atlanta que quiere volver a octubre.
El camino de Sale ha sido largo: brilló en Chicago, fue campeón con Boston y ahora deja huella en los Braves. Sus ponches han llegado en tres uniformes distintos, pero su dominio siempre ha sido el mismo.
El jueves fue una noche de números, sí. Pero también de mensajes. Porque cuando Sale bajó del montículo en la séptima entrada, no solo dejó un juego casi perfecto: dejó claro que todavía está en la conversación de los grandes.
Y todavía no ha terminado.





