Aaron Judge está firmando una temporada histórica con los Yankees de Nueva York. Su potencia al bate lo mantiene como el terror de los lanzadores, acumulando estadísticas de MVP y demostrando que es el bateador más dominante de la liga. Sin embargo, cuando deja el cajón y pisa las bases, el panorama cambia.

Judge, de imponente físico (2.01 metros y más de 125 kilos), parece desorientado al correr entre bases. Aunque su esfuerzo es innegable, sus decisiones y movimientos generan dudas entre los fanáticos. Los errores en su corrido de bases han costado outs valiosos e incluso momentos clave, dejando una sensación contradictoria: ¿cómo alguien tan brillante al bate puede ser tan torpe en las almohadillas?

Esta dualidad no solo desconcierta a los aficionados, también representa un dilema táctico para los Yankees. El equipo debe encontrar la manera de potenciar lo mejor de Judge sin que sus tropiezos en las bases perjudiquen el ritmo del juego.

De cara al futuro, el reto está claro: si Judge logra pulir su lectura y ejecución en las bases, podría alcanzar una versión aún más completa de su juego. Por ahora, sus batazos siguen emocionando al Bronx, mientras sus corridas de base hacen contener la respiración a más de uno.

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