La figura de Alex Bregman se aleja por ahora de la esquina caliente de los Red Sox, pero al menos ya se mueve. El tercera base estrella de Boston ha comenzado a correr en Fenway Park, primera señal de vida deportiva tras aquella distensión en el cuádriceps derecho que lo marginó desde el 23 de mayo. Es un avance, sí, pero también un recordatorio de que el regreso no será inmediato.
“El progreso va bien”, aseguró Alex Cora, técnico de los Medias Rojas, con tono contenido. “Veremos cómo se siente mañana y luego veremos qué pasa; obviamente, todavía falta mucho”. Las palabras del dirigente resumen el sentir del equipo: esperanza con cautela. Porque si algo ha quedado claro desde la baja de Bregman es que este equipo no es el mismo sin él.
Desde que el infielder se lesionó, los Red Sox han perdido nueve de sus últimos 14 encuentros. La chispa ofensiva se ha apagado y la defensa ha tambaleado. Marcelo Mayer ha sido el encargado de ocupar la tercera base en 10 partidos incluso conectó su primer jonrón el viernes, pero su presencia ha sido más circunstancial que consolidada. Contra lanzadores zurdos como Ryan Yarbrough o Carlos Rodón, ni siquiera figura en el lineup.
Bregman, fichaje estrella del invierno por 120 millones de dólares y tres años, estaba bateando para .299 con 11 cuadrangulares y 35 impulsadas. Su impacto no era solo numérico: era emocional. Era liderazgo. Y, sobre todo, era estabilidad en un infield que hoy parece en obras.
El plan, por ahora, es paciente. Bregman descansó el día de ayer y esta semana retomará el programa. El recuerdo de 2021 cuando una lesión similar lo dejó fuera de 58 juegos con los Astros obliga a ir con pies de plomo. Boston no puede darse el lujo de perderlo a largo plazo por apresurarse.
Los Red Sox, heridos, miran hacia sus estrellas caídas esperando señales. Por ahora, solo hay pasos literalmente. Pero al menos Bregman ya corre. Y eso, en este mar de incertidumbre, ya es noticia.





