El Fluminense no vino a pasear. Vino a competir. Y este lunes lo dejó claro: venció con jerarquía 2‑0 al Inter de Milán y lo mandó de regreso a Italia antes de tiempo.

Sí, el mismo Inter que fue finalista de Champions. El mismo que prometía revancha tras el desastre de Múnich. Hoy se va con más dudas que certezas y una eliminatoria que huele a fracaso.

Los brasileños, con experiencia, colmillo y hambre, fueron un vendaval táctico. A los tres minutos ya lo ganaban con un cabezazo de Germán Cano tras un error grotesco de Darmian y un rebote que dejó la defensa italiana en ridículo.

De ahí en adelante, el guion fue claro: Fluminense se defendía como podía y el Inter jugaba como si tuviera plomo en los pies.

Ni Barella, ni Mkhitaryan, ni Lautaro encontraron soluciones. La pelota pasaba por ellos, pero no dolía. Todo el primer tiempo fue un bostezo ofensivo nerazzurro y un aviso constante de los tricolor, que a la media hora casi clavan el segundo con Xavier y luego con Arias.

Y cuando el segundo no cayó por precisión, llegó por convicción. En el 93’, Hércules aprovechó un contragolpe letal y fusiló a Sommer con un zurdazo cruzado. Gol. Fiesta brasileña. El Inter, otra vez, noqueado.

Dimarco la estrelló en el travesaño en la última, pero no cambió nada: los italianos quedaron fuera en octavos y suman otro tropiezo doloroso, esta vez en el Mundial de Clubes.

El Fluminense ahora se medirá al ganador entre Manchester City y Al Hilal. Pase lo que pase, ya dejaron claro que están para más.

¿Es un fracaso del Inter? ¿O el Fluminense simplemente fue mejor?

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