En Camden Yards, los Red Sox jugaron con fuego, pero hubo uno que encendió el estadio desde el primer turno: Roman Anthony abrió el juego con un cuadrangular de lead-off, el primero de su carrera, clavando el tono desde el minuto uno. Un aviso para todos. 

Baltimore respondió al golpe y lo igualó gracias al poder de Colton Cowser, quien soltó un homerun solitario y luego regresó con un sencillo de dos carreras para voltear el tablero. El juego se volvió un toma y da brutal. 

Pero si creías que Boston se rendiría, estabas equivocado. En la quinta, Gunnar Henderson robó, literalmente, la noche con una captura espectacular al vuelo, una de esas jugadas que cambian el partido. Al instante regresó en ofensiva y Jarren Duran sacudió un homerun de tres carreras que puso a los Red Sox adelante para no soltar más. 

El final fue puro corazón: Garrett Whitlock recetó ponches clave, los últimos outs dolieron, pero Boston aguantó, respiró y se llevó el triunfo 4-3. Fue un clásico de esos que duelen por dentro cuando no trabajas cada out.

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