Los Chiefs llegan a Brasil con un vacío incómodo: Rashee Rice, uno de los receptores más prometedores para Patrick Mahomes, estará fuera seis partidos. No por lesión, no por táctica: por una suspensión que vuelve a recordarle a Kansas City que el talento sin disciplina cuesta caro.
La NFL fue tajante: Rice violó la política de conducta personal y pagará con un inicio de temporada desde el sofá. La sanción lo deja fuera de partidos que no son cualquier cosa: debut en Brasil contra los Chargers, una revancha del Super Bowl ante Eagles, un duelo de domingo por la noche en Nueva York, el choque con Lamar Jackson y los Ravens, etc.
Todo nace del accidente de marzo de 2024 en Dallas. Rice se declaró culpable de delitos graves tras provocar una colisión con lesiones y por competir en carretera. El acuerdo con la justicia le dio cinco años de libertad condicional y 30 días de cárcel; la NFL le dio seis juegos menos en un año que exige concentración total.
Para Mahomes, la ecuación es clara: un receptor menos, más presión en Travis Kelce y el resto de un cuerpo abierto que ya genera dudas. Para los Chiefs, el reto es sobrevivir a un calendario bravo sin una de sus piezas jóvenes más peligrosas.
Rice podrá volver el 19 de octubre contra los Raiders. Hasta entonces, su nombre seguirá siendo más noticia en tribunales que en las diagonales. Y en Kansas City ya saben que la dinastía se construye con anillos… pero también con responsabilidad fuera del campo.





