En Wrigley Field, los Braves mandaron un mensaje claro: no vinieron de paseo. Fueron letales desde el montículo y cortaron toda ilusión de remontada con un 5–1 contundente. Una noche donde Chicago se sintió atrapado y el visitante no soltó el control ni un segundo. 

Desde el arranque, el dominio fue absoluto.

Cade Horton, con temple de veterano, abrió su apertura con autoridad: ponchó a Ronald Acuña Jr. y se mantuvo intratable durante cinco entradas sin permitir hits, como una estatua en la lomita. Un récord de ERA de 0.77 en sus últimas nueve salidas no es casualidad. 

Mientras tanto, la ofensiva local no encontraba grietas.

Chicago intentó encender algo desde el plato: Willi Castro empujó con un sencillo tempranero el único rayita del juego, pero fue apenas un espejismo. 

En defensa, Dansby Swanson sacó una atrapada espectacular que fue un puñetazo más para apagar cualquier chispa de esperanza local. 

El quiebre verdadero llegó en el séptimo.

Cuando el NO-HIT combinado ya era una realidad, Ha-Seong Kim destrabó el partido con un HR de tres carreras para Atlanta. El estadio mantuvo el aliento retenido: era el golpe que definía el duelo. 

Después, Nacho Álvarez Jr. aprovechó un turno clave con un sencillo remolcador, y Ozzie Albies se despachó con un HR solitario que apagó cualquier retorno. 

La defensa también tuvo su momento clave.

Matt Shaw, en una de esas noches que hacen vibrar a una afición, sacó una jugada defensiva impresionante para apagar otro intento rival. 

Raisel Iglesias subió con los gritos de Wrigley sintiéndose en zona roja, y selló el triunfo con un ponche final: 5–1. Terminaron con autoridad

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