En Target Field se escribió un capítulo de poderío absoluto. Los Minnesota Twins dejaron claro quién manda en casa al aplastar 7-0 a los New York Yankees, en una noche que combinó pitcheo de élite y una ofensiva implacable.
Simeon Woods Richardson fue el protagonista indiscutible: seis entradas de pura autoridad, con 11 ponches que hicieron ver diminuta a la artillería neoyorquina. Cada lanzamiento fue un martillazo, cada strike una daga directa al orgullo de los Bombarderos del Bronx.
El ataque llegó con precisión quirúrgica. En la tercera, Austin Martin abrió la cuenta con un rodado productor. En la quinta, Brooks Lee encendió las gradas con un jonrón solitario ante Carlos Rodón, una postal que marcó el rumbo del juego.
La estocada definitiva cayó en la séptima: Lee volvió a responder con un doble impulsor, Martin vació las bases con otro batazo clave y Luke Keaschall firmó el 7-0 con un sencillo letal. Una ofensiva que no perdona, que golpea cuando más duele.
El relevo, encabezado por Pierson Ohl, cerró con broche de oro al dominar a Paul Goldschmidt en el noveno inning. Blanqueada consumada, triunfo con autoridad.
Minnesota no solo ganó: mandó un mensaje directo a la Liga Americana. Los Yankees, mientras tanto, se fueron en silencio, derrotados por un pitcheo intratable y un lineup que brilló en el momento exacto.





