La Liga Mexicana de Beisbol aprobó un cambio histórico y, a la vez, polémico: a partir de 2026 los agentes libres estarán sujetos a un sistema de salarios por categoría, determinado según su experiencia en el beisbol profesional.

Sobre el papel, la medida busca “ordenar el mercado”. En la práctica, parece un tope salarial disfrazado. Los peloteros que lleguen como refuerzos no podrán negociar libremente, pues estarán encasillados en rangos salariales fijos, salvo que sean designados como “peloteros franquicia”.

Cada equipo podrá tener solamente dos jugadores franquicia, quienes sí podrán recibir sueldos fuera de la categorización. El resto, incluso si vienen de Grandes Ligas, tendrán que ajustarse al sistema.

El control no será menor: los directivos que ignoren la disposición enfrentarán multas de seis millones de pesos y un año de suspensión.

La liga definió criterios específicos para acreditar temporadas en ligas previas: desde porcentaje mínimo de juegos jugados para bateadores hasta un número de aperturas o apariciones para lanzadores.

Con esta decisión, la LMB manda un mensaje contundente: busca poner orden financiero, pero lo hace recortando la libertad de los jugadores. En un mercado que cada vez atraía más talento internacional y ex Grandes Ligas, la pregunta es inevitable: ¿se trata de proteger a los equipos o de limitar el valor real del pelotero?

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