El American Family Field fue una fiesta desde la primera entrada. Los Brewers salieron decididos a dejar su huella en esta Serie Divisional y lo consiguieron con un vendaval ofensivo que arrolló 9-3 a los Cubs, golpeando desde temprano y jamás soltando el control del juego.
Todo comenzó con un susto: Michael Busch abrió el partido con un jonrón solitario ante Aaron Civale, silenciando brevemente a la afición local. Pero lo que vino después fue una exhibición de poder y precisión. En la parte baja del primero, Milwaukee respondió con un rally demoledor de seis carreras.
William Contreras empató con doble remolcador, Brice Turang puso a los Brewers al frente, y un error defensivo de Chicago permitió una más. Blake Perkins amplió la ventaja con un sencillo, y el joven Jackson Chourio el futuro convertido en presente cerró el inning con un imparable de dos carreras que encendió por completo el estadio.
El castigo continuó en el segundo acto. Caleb Durbin impulsó dos más con un doblete y Chourio volvió a aparecer con otro hit productor, firmando un segundo rally consecutivo para el 9-1. Desde ahí, el juego fue un paseo.
Civale se recompuso tras el jonrón inicial y dominó por cinco entradas con control absoluto, limitando el daño y permitiendo que el bullpen trabajara con margen.
Los Cubs intentaron reaccionar tarde con jonrones solitarios de Ian Happ y Nico Hoerner, pero fue insuficiente. Milwaukee ya había dictado sentencia mucho antes.
Fue un inicio perfecto para los locales: Contreras y Chourio brillaron como líderes de una ofensiva despiadada, Civale cumplió desde la loma, y los Brewers se colocaron 1-0 arriba en la serie con un golpe de autoridad que obliga a los Cubs a responder de inmediato si quieren seguir con vida.





