Atlanta se cansó de escuchar que eran “una sorpresa agradable”. Esta noche en el Mercedes-Benz Stadium, dejaron claro que también pueden ser una pesadilla.
Los Falcons volaron sobre los Bills 24-14, liderados por un Bijan Robinson intratable que corrió como si tuviera una deuda pendiente con todo el planeta.
170 yardas, una escapada de 81 y la mirada de quien no vino a jugar, vino a humillar.
Michael Penix Jr. jugó con temple: 250 yardas y un pase de touchdown para Drake London, que hizo lo que quiso en campo abierto. Londres fue pura elegancia: 10 recepciones, 158 yardas y el aire de quien cobra por destrozar coberturas.
Buffalo, en cambio, fue un mar de frustración. Josh Allen lanzó dos intercepciones, perdió ritmo, perdió el control y, básicamente, perdió la noche.
La ofensiva se quedó sin chispa, sin respuesta y con una defensa que vio pasar a Robinson como si fuera un tren bala.
Cuando Atlanta olió sangre, no perdonó: drive largo, gol de campo y sentencia.
El estadio rugía. Buffalo, en silencio.
Y para cerrar con broche de acero, DeAngelo Malone interceptó a Allen para poner la firma final.
Atlanta mejora a 3-2, pero más allá del récord, hoy dejó un mensaje: Son los Falcons que vienen por todo.





