En New England ya no se habla solo del pasado glorioso. El presente pide protagonistas nuevos. Y Drake Maye está levantando la mano.
Los Patriots no han escondido su ambición al escoger a Maye como la brújula que guiará su transición generacional. Su actuación más reciente lo confirma: el domingo pasado lanzó para 261 yardas y tres touchdowns, con una eficiencia notable (18 de 26 completados) para llevar a los Pats a la victoria 25-19 sobre los Saints.
No fue solo la producción aérea: en ese partido Maye lanzó con un QBR de 140.1, sin turnovers, y conectó lanzamientos largos —un pase de 53 yardas que demostró su brazo y precisión bajo presión.
Ya había señales en juegos previos. En Week 2, Maye completó 19 de 23 para 230 yardas, dos pases de anotación y le añadió una carrera de TD. Esa jornada le valió elogios como “su mejor partido como profesional”.
Hasta ahora en la temporada 2025, registra números interesantes: 1,522 yardas por pase, 10 touchdowns y solo 2 intercepciones. Su porcentaje de pases completos ronda 73.2 % y está entre los más eficientes de la liga hasta ahora.
Maye no solo es talento puro; es símbolo de cambio. En un equipo que proviene de campañas decepcionantes, su presencia le devuelve esperanza a un aficionado siempre exigente.
Los retos no serán pocos: proteger el balón, tomar mejores decisiones bajo presión y mantener consistencia. Pero si sigue en esta curva ascendente, los Patriots podrían dejar de mirar al pasado y empezar a temerles.
Drake Maye no vino a rellenar espacios: vino a reconstruir un imperio.





