Guadalajara ya no es “el equipo de México”. Es el equipo que mira cómo pasan los años sin levantar un trofeo. Ayer volvió a perder, una derrota insufrible, ante Querétaro F.C. 1-0.
El Rebaño reafirma la misma película: ilusión al arrancar, confusión al cerrar. La defensa se despista, el ataque se nubla, y los rivales aprovechan. Y mientras tanto, la obligación de jugar con todos mexicanos como pilar identitario se ha vuelto un freno.
¿Hasta cuándo seguir diciendo “esto es tradición”? Cuando la tradición se convierte en cadena, y la competencia exige esa “ventaja” de talento extranjero que Chivas rechaza, el costo aparece: derrotas, fuera de puestos de Liguilla, y una afición que empieza a mirar al equipo como mera rutina.
Sí Chivas tiene un modelo. Pero el modelo parece estar estancado frente a equipos que evolucionan. Talento joven, ilusión y cantera están bien. Pero sin complementos adecuados, sin ajustes modernos, el equipo se queda rezagado. ¿Por qué México ya importa casi tanto o más que lo que pasa con los goles? Porque la Liga MX ya no da ventaja a lo local solo por identidad: da ventaja al que entiende el mercado global.
Es hora de preguntarlo:
¿Por qué no iniciar la apertura a jugadores extranjeros que eleven el nivel?
¿Por qué mantener una tradición que ya no ofrece resultados?
¿Cuántas temporadas más se permitirá que Chivas viva de su nombre y no de su rendimiento?
Ayer fue otro capítulo de la misma historia. La afición exige renovación, no solo nostalgia. Y mientras Chivas no abra los ojos, el fútbol moderno seguirá dejándolos atrás.





