El Clásico volvió a ser blanco. El Real Madrid venció 2-1 al Barcelona en un partido que tuvo de todo: polémica, intensidad, drama y un Bernabéu que vibró como en las grandes noches. Con goles de Kylian Mbappé y Jude Bellingham, el conjunto de Ancelotti se llevó un triunfo que sabe a golpe de autoridad en LaLiga.
El arranque fue intenso. Al minuto 12, Mbappé ya había puesto el balón en la red, pero el VAR lo anuló por fuera de juego de chiste. El francés, lejos de bajar los brazos, volvió a aparecer al 22’: pase filtrado de Bellingham, control y definición cruzada al palo izquierdo para el 1-0. Fue un gol con sello de estrella, nacido de la conexión más temida de Europa.
El Barcelona respondió rápido. Al 38’, Fermín López aprovechó un rebote dentro del área y empató con un disparo seco que dejó sin opciones a Lunin. El partido se rompió, los dos buscaron el segundo y el ritmo subió al límite. Pero justo antes del descanso, llegó el golpe psicológico: Bellingham, tras una falta cobrada por Güler y peinada por Militão, empujó el 2-1 que terminó marcando el destino del partido.
La segunda parte fue un ejercicio de control y resistencia. Mbappé falló un penalti al 52’ que pudo liquidar el duelo, y el Barça lo intentó con Yamal y Rashford, pero Camavinga y Tchouaméni se multiplicaron en la contención. En el cierre, la tensión escaló con la expulsión de Pedri (doble amarilla) y la amarilla para Lunin, símbolo de un final tenso, pero feliz para el local.
El Bernabéu estalló. El Madrid jugó con personalidad, pegó cuando debía y defendió con oficio.
El Barcelona mostró destellos, pero no alcanzó.





