La calma de otoño aún no ha llegado al vestuario del Real Madrid. Bajo la batuta de Xabi Alonso, el club vive un cambio profundo más exigente, más físico, más meticuloso y no todos están contentos con el nuevo guion.

“El cree que es el Pep Guardiola, pero por ahora es sólo Xabi”, comentó, con frustración, el entorno de un jugador importante.

Los horarios de entrenamientos se ajustaron, el gimnasio dejó de ser “opcional”, el análisis de video pasó de ser semanal a diario. Y mientras algunos vieron progreso, otros sintieron que “se les faltaba al respeto”.

La chispa visible nació cuando Vinícius Júnior, tras ser sustituido en pleno clásico, pidió disculpas… pero no mencionó a Alonso. Su reacción pública, y la omisión de su entrenador en su disculpa, funcionaron como detonante.

Otras señales del malestar no son rumor: informes citan que jugadores veteranos consideran que el estilo de Alonso “no les deja respirar” y prefieren el modelo que estaba antes.

Alonso, por su parte, fue claro:

Si no corres, no lo das todo… aquí no hay lugar para relajarse”.

El mensaje es contundente. Pero también genera fisuras. Algunos creen que el Real Madrid ha iniciado una era de construcción que exige sacrificios, mientras otros apuran el reloj porque sienten que el equipo clásico se les escapa.

Ahora mismo, el Bernabéu sigue ganando y la lectura es que sólo el resultado frenará el fuego interno. Pero si el cambio de ciclo no da resultados, la presión ya no será solo táctica: será moral, de vestuario y diferencial.

En el Real Madrid de Alonso, el vértigo ya es parte del juego. Y el vestuario lo sabe.

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