Cuando la presión sube, Yoshinobu Yamamoto baja el pulso. El japonés volvió a ser una muralla y los Dodgers evitaron la coronación canadiense al vencer 3-1 a los Blue Jays, obligando a un Juego 7 que promete cerrar una de las Series Mundiales más intensas del siglo.
El arranque fue de alto voltaje: Kevin Gausman dominó la primera entrada con tres ponches consecutivos, pero en la tercera, el plan se rompió. Con dos outs y Ohtani en base por boleto intencional, Will Smith conectó un doble productor y abrió la pizarra. Acto seguido, Mookie Betts castigó con un sencillo que empujó dos más. En cuestión de minutos, el Dodger Stadium portátil en Toronto explotó con un 3-0 que cambió el guion.
Toronto respondió en el cierre con el imparable de George Springer, que impulsó a Addison Barger, pero de ahí en adelante se toparon con la precisión quirúrgica de Yamamoto. El japonés firmó seis entradas de una carrera, ocho ponches y sin ceder el control. Cada lanzamiento, una sentencia; cada mirada, un recordatorio de por qué llegó para noches como esta.
Los Blue Jays intentaron regresar con Vladimir Guerrero Jr. al mando doble en la sexta, base por bolas en la octava, pero el bullpen angelino apagó cualquier fuego. Roki Sasaki se encargó del octavo y, cuando el estadio rugía en la novena, Tyler Glasnow cerró con la frialdad de un asesino: out, out y doble play para poner el sello.
La victoria fue coral, pero el crédito es claro: Yamamoto devolvió el alma a Los Ángeles, Smith y Betts dieron el golpe exacto, y la defensa no titubeó.
La Serie Mundial, ahora 3-3, viaja de nuevo al límite. Toronto quiere cerrar en casa; Los Ángeles, completar la resurrección.





