La Arena CDMX vuelve a brillar bajo las luces de la NBA. Este 1 de noviembre, el básquetbol más grande del planeta aterriza de nuevo en México, y no solo con un partido: con historia, con raíces y con el rugido de más de 20 mil aficionados que han hecho de este evento una fiesta anual.

Los Dallas Mavericks y los Detroit Pistons llegan con promesas de espectáculo, choque de estilos y nombres que ya generan expectativa. Dallas pisa suelo mexicano por octava vez, ahora con Anthony Davis, Klay Thompson y Kyrie Irving; una constelación de talento que simboliza la nueva era tras la salida de Luka Dončić.

Del otro lado, Cade Cunningham, Jalen Duren y Jaden Ivey encarnan el renacer de Detroit, que dejó atrás años de oscuridad para regresar a la conversación de los Playoffs.

El juego no es solo otro partido de temporada regular. Es una celebración binacional que ya forma parte del calendario emocional de la NBA. Desde 1992, México ha sido la segunda casa de la liga, y este encuentro será el número 34 disputado en territorio nacional, la cifra más alta fuera de Estados Unidos y Canadá.

El ambiente se mezcla con las tradiciones del Día de Muertos: la duela decorada con motivos mexicanos, la energía del público y el recuerdo de quienes marcaron el camino. Entre ellos, Eduardo Nájera, el ícono chihuahuense que sigue siendo embajador del básquet mexicano y emblema eterno de los Mavs.

“En México lo reciben como Elvis”, dijo alguna vez un directivo de Dallas. Y no es exageración. La conexión de la franquicia con el país nació con Nájera y hoy continúa viva cada vez que los Mavericks vuelven al sur.

Para los Pistons, también hay nostalgia. Su historia está marcada por figuras con sangre mexicana, como Mark Aguirre, dos veces campeón NBA con los “Bad Boys”, símbolo de una época dorada que se reflejará en la duela cuando su nombre sea mencionado por los altavoces de la Arena.

México vuelve a ser el corazón internacional de la NBA, y Dallas y Detroit, sus protagonistas.

Porque en la Arena Ciudad de México no solo se juega básquet.

Se celebra el puente que une dos pasiones: el baloncesto… y el alma mexicana.

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