Fueron 894 días de silencio, de grúas, de polvo y nostalgia. Pero este viernes, el FC Barcelona volvió a escuchar su propio eco. El Camp Nou reabrió sus puertas tras más de dos años y medio de remodelación, con 21,795 aficionados presentes en una sesión de entrenamiento que se sintió más como una ceremonia de resurrección que como una práctica común.

El Barça Mallorca de mayo de 2022 había sido la última función del estadio antes del cierre. Desde entonces, los hinchas miraron desde lejos cómo se levantaba el nuevo templo, con la promesa de conservar su alma. Ahora, esa promesa se cumplió.

“Increíble, emocionante, único”, fueron las palabras de Joan Laporta, presidente blaugrana, al ver la grada nuevamente teñida de blaugrana. Y no era para menos: el club logró lo que parecía imposible, mantener viva la esencia del Camp Nou mientras lo modernizaba para el futuro.

El estadio, aún en construcción parcial, podrá albergar público de forma limitada, pero ya está listo para ser la casa del Barça cuando el equipo reciba al Athletic Club el próximo 24 de noviembre. Será el primer partido oficial en el renovado recinto, en una fecha simbólica: el club cumple 126 años de historia.

Para muchos jugadores, fue una primera vez mágica. Futbolistas nunca habían pisado el Camp Nou como locales. También sorprendió la presencia de canteranos y fichajes recientes que, entre sonrisas y selfies, parecían entender que estaban viviendo un capítulo histórico.

El regreso fue más que un acto deportivo. Fue un reencuentro entre un club y su gente, un recordatorio de que el Barça no es solo un equipo.

El Camp Nou vuelve a brillar. Y con él, el corazón de los culés.

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