El Atlético de Madrid inicia una etapa que puede marcar su historia. Después de meses de negociaciones, el fondo estadounidense Apollo Sports Capital se ha convertido en el nuevo accionista mayoritario del club, adquiriendo el 57% de la propiedad por una valoración cercana a los 2,500 millones de euros.
La noticia confirma lo que desde hace tiempo era un secreto a voces: el Atlético necesitaba una inyección económica que asegurara estabilidad, competitividad y futuro. Lo que sorprende no es la entrada del capital extranjero cada vez más común en el fútbol europeo sino el matiz del acuerdo: ni Miguel Ángel Gil Marín ni Enrique Cerezo se van.
Ambos seguirán al frente como consejero delegado y presidente, respectivamente. La idea no es romper, sino evolucionar. Apollo no entra para cambiar la identidad del club, sino para potenciar su estructura, fortalecer la plantilla y consolidar al Atleti como una marca global sin perder su esencia.
“Esta próxima fase se apoyará en el modelo que ha impulsado nuestro progreso en los últimos años”, explicó Gil Marín, subrayando que la operación busca garantizar crecimiento sostenible y mantener el legado rojiblanco.
El plan incluye una apuesta ambiciosa en infraestructura, especialmente con el desarrollo de la Ciudad del Deporte, un proyecto que se levantará junto al Estadio Riyadh Air Metropolitano. Será un complejo dedicado al deporte, la cultura y el entretenimiento, con el objetivo de convertirlo en un punto de referencia mundial.
Apollo, que ya ha invertido en franquicias de la NBA, NFL y MLB, desembarca con la promesa de capital fresco y visión a largo plazo. Su inversión será directa, sin recurrir a deuda, y servirá para reforzar la solidez financiera y abrir nuevas vías de ingresos, algo crucial en el fútbol moderno.
Durante los últimos años, el Atlético vivió una transformación constante: un nuevo estadio, ampliaciones de capital, fichajes de nivel y el reto permanente de competir con Real Madrid y Barcelona. La llegada de Apollo representa el siguiente paso en esa evolución, una apuesta por la modernidad sin renunciar al carácter obrero y combativo que define al club.
La historia rojiblanca, forjada en la resistencia y la pasión, cambia de manos… pero no de alma.
El dinero será norteamericano, sí, pero el corazón sigue latiendo en rojo y blanco.





