Los Cowboys necesitaban una victoria así: caótica, sufrida, contra un gigante, y con su estadio rugiendo como en los viejos años buenos. Y la consiguieron. Dallas venció 31–28 a Kansas City en un partido que se quebró y se volvió a reparar una y otra vez, con explosiones ofensivas, errores costosos y un cierre que dejó sin aire a todo Arlington.
Kansas City golpeó primero y fuerte. Mahomes abrió intercambiando touchdowns y cerró la primera mitad con dos envíos de anotación mientras la defensa de los Chiefs complicaba el plan de Dallas. Pero el duelo tenía escrito otro guion. Dak Prescott respondió desde la calma, hilando series largas y devolviendo a su equipo al partido. Al descanso, Dallas ya mandaba 17–14 tras drives de 85 y 53 yardas que cambiaron el ritmo del juego.
El tercer cuarto fue una guerra de trincheras: despeje, despeje, despeje… hasta que Dallas se desatoró con un gol de campo que puso el 20–14 e inclinó la balanza a su favor. Kansas City contestó como solo ellos saben: Mahomes orquestó una serie de 80 yardas para volver al frente 21–20 y recordarle al estadio quién sigue mandando en la AFC.
Pero Dallas no se quebró. Respondió con otro touchdown un drive quirúrgico de 68 yardas y luego un gol de campo que les dio ventaja de 31–21. En total, 457 yardas de ofensiva, más primeros downs, más posesión y un CeeDee Lamb intratable con 112 yardas y una anotación.
Mahomes, que terminó con 320 yardas y 4 TD, no se iba a ir sin drama. Con 1:49 en el reloj, armó un drive fulminante de 67 yardas para apretar el marcador 31–28. Entonces el AT&T Stadium dejó de respirar. Pero Dallas controló la última posesión, corrió el reloj y selló una victoria que se sentirá como una fragancia premium: cara, necesaria y de esas que duran semanas.
Los Cowboys se ponen 6–5–1 y mandan un mensaje claro: no están muertos. Kansas City, ahora 6–6, vive su temporada más humana en años. Pero si algo quedó claro esta tarde, es que cuando Dallas conecta, su techo es más alto de lo que muchos quieren admitir.





