Los New York Knicks se regalaron una Navidad perfecta en el Madison Square Garden: remontaron y le ganaron 126–124 a los Cleveland Cavaliers en un juego que parecía perdido hasta que el Garden explotó en el último cuarto.

Cleveland salió con todo y pegó primero. Los Cavs se llevaron el primer cuarto 38–23, metiendo puntos a montones y jugando con mucha confianza. Pero en Navidad nada se queda así: los Knicks despertaron, ajustaron atrás y con la gente empujando ganaron el segundo periodo 37–20. Al descanso, el partido ya estaba bien vivo, con Cleveland apenas arriba 60–58.

Después del medio tiempo, los Cavaliers volvieron a apretar y parecían tomar el control otra vez. Ganaron el tercer cuarto 38–24 y llegaron al último con ventaja de 96–84. Se veía como que Cleveland se lo iba a llevar pero el cierre fue otra historia.

Porque el último cuarto fue una locura de los Knicks. Nueva York metió una avalancha de 42–28, subió la intensidad, corrió más, defendió mejor y empezó a clavar tiros grandes uno tras otro. El Garden se prendió, la ventaja se fue derritiendo y cuando llegó el momento pesado, los Knicks ejecutaron mejor para cerrar el comeback y quedarse con el juego.

En lo individual, Donovan Mitchell cargó a Cleveland con 34 puntos, 7 rebotes y 6 asistencias, con ayuda de Darius Garland (20 puntos y 10 asistencias) y Evan Mobley (14 puntos y 9 rebotes). Pero del lado de Nueva York, Jalen Brunson también se fue con 34 puntos, y la banca fue oro puro: Jordan Clarkson explotó con 25 puntos, y Tyler Kolek puso orden con 16 puntos y 9 asistencias justo cuando el partido se estaba quemando.

Y lo mejor para Nueva York: no fue una victoria “de uno solo”. Fue un triunfo de equipo, de ritmo, de orgullo y de ese sello que buscan en noches grandes: cerrar fuerte en casa y hacer del 25 de diciembre una fiesta en el Garden.

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